sábado, 24 de octubre de 2015

LA LLEGADA DEL ESPÍRITU SANTO








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Por
Carolina Alfaro



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No hace mucho, una cristiana; con más de 12 años de haber aceptado a Cristo como su único Salvador; me preguntó: - ¿Qué es El Espíritu Santo? 

Créanme, me quede sin palabras, sin respuestas, como a veces se dice, en silencio sepulcral.  La mujer llevaba tantos años en la fe y desconocía todo sobre el Espíritu. Pero ¿qué esta pasando aquí? me pregunté. Atiné a hablar sobre mi experiencia con el Espíritu Santo. No había donde hablábamos, ningúna otra ayuda para recurrir -ni libros ni videos- excepto la conversación.

En resúmen le dije:  "Al convertirnos a Cristo muchos no logramos concebir este concepto; sentimos -sí- emoción y deseo de estar en comunión a diario con Dios pero a muchos nos cuesta  asumir que una serie de eventos nos van sucediendo;  no logramos entender bien que nos esta pasando. Es entonces cuando comenzamos a preguntar y al hacerlo, ingresamos en una  búsqueda de respuestas. Afortunadamente, viene en nuestro auxilio nada menos que  El Espíritu Santo. Pero ¿quién es el Espíritu? Los cristianos lo llamamos la Tercera Persona de la Trinidad y otras religiones controversiales, como Testigos de Jehová (ahora JW Org), una fuerza activa que funciona de modo análogo a la electricidad".

La llegada del Espíritu Santo

Según vemos en el Antiguo Testamento, el Espíritu venía por un tiempo y luego se marchaba de la persona. Esto se ve clarísimo en las hazañas de Sansón. En  Jueces 14:6, Sansón viajaba con su padre y su madre hacia Timnat (un poblado ubicado en la frontera de Judá, no lejos de Bet-semes, probablemente situada en una zona montañosa a 25 km., del Jerusalém actual), en busca de una mujer filistea que deseaba como esposa. Al llegar a un sitio que había viñas (viñedos) aparentemente decidieron hacer un alto en el camino para resposar. 

Aparentemente por lo que dice la Biblia, Sansón estaba algo apartado de su familia cuando en eso ve venir embistiendo a un león jóven rugiendo. La Escritura dice que el Espíritu de Jehová (de Dios) vino sobre él y dándole fuerzas sobre humanas, enfrentó a la bestia y la venció en combate manos contra garras. En Jueces 14:19 sucede lo mismo: el Espíritu de Jehová viene hacia él dando a entender al lector, que en esos días, no había morada permanente del Espíritu Santo en los hombres sino que iba y venía. (Lecturas adicionales: Jueces 15:14-20 y Jueces 16:28).

En el Nuevo Testamento el Espíritu Santo es prometido por Cristo. Leemos en Juan 14:16 "Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre". (Objeción: el versículo 17 dice que "mora en vosotros" -refiriéndose a los Apóstoles, por lo imposible que el Espíritu venga sino que ya estaba.) Respuesta: Este pasaje debe entenderse como "morada temporal" de lo contrario no diría el mismo pasaje a continuación "estará con vosotros". El versículo 16 del capítulo 14 de Juan dice que, el "Consolador, el Espíritu Santo, a quién  el Padre enviará en mi nombre"  enseñará todas las cosas. 

¿Cuando llegó el  Espíritu Santo?

El relato de la llegada del Espíritu a los creyentes durante Pentecostés (1) es precedido por una introducción a cargo del médico Lucas quien escribe a Teófilo en los siguientes términos:


1  En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;

3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo(C) dentro de no muchos días. (Hechos 1:1-5 RVR 1960).

Luego la Palabra de Dios añade en Hechos 2:1-13 RVR 1960.

1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

¿Cuántos seguidores de Jesús había en Jerusalén? ¿100, 200, 300? Evidentemente era una comunidad pequeña pero lo suficientemente conocida por eventos recientes. Las predicaciones de Jesús, sus milagros, sus controversias y enseñanzas, su enfrentamiento pacífico con las autoridades y su muerte y resurrección, habían convencido a muchos judíos que Cristo era el Mesías que habría de venir. 

2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

Un un ruido imprevisto resuena en el cielo "como de viento fuerte". Quienes vivimos en áreas de vientos sabemos el ruido que provocan. El ruido también pudo agigantarse mientras la fuerza del soplido arrojaba por tierra en las calles, tiendas, estanterías de mercaderes; las copas de los árboles agitándose, algunos animales reaccionando, la gente refugiándose. Este viento no era natural, es decir, provocado por la meteorología local sino algo sobrenatural. La casa donde se reunían los seguidores de Cristo; aún no eran conocidos como cristianos; tendría seguramente puertas y ventanas abiertas porque se nos dice que el estampido resonó con fuerza en todas las habitaciones (Versión Dios habla Hoy) y una ráfaga de viento les dio de lleno.

3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

Un evento estrictamente sobrenatural. Lenguas de fuego. Así informaron los testigos que presenciaron el hecho; o sea, llamas ondulantes, de color similar al fuego natural que de repente bajaron y se asentaron sobre cada uno de los que habían creído. Dios habla Hoy dice que eran llamas que se repartieron -subdividieron- para asentarse -introducirse- en cada uno de los que allí había. NVI dice algo similar. 

4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

En ese mismo momento, el Espíritu Santo ingresa en los hermanos congregados y de inmediato comienzan todos ellos a hablar en lenguas, según el lenguaje que el Espíritu les inspiraba. Estas lenguas eran sin duda alguna, lenguajes formales  y no, el "lenguaje angelical" que suelen hablar algunos pastores y pastoras en iglesias, sin que  nadie traduzca lo que están diciendo. 

5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Detalle importante: les oían hablar en sus propias lenguas. No eran lenguas angelicales como pregonan algunos sino, idiomas formales que otros podían entender. 

7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

¿Se imaginan que de pronto, en la iglesia, los hermanos comienzan a hablar en inglés, alemán, ruso, chino, japonés, portugués, mapudungúm, guaraní, o cualquier otro lenguaje que los hombres hablan en la Tierra sin haber estudiado? ¿No estaríamos asombrados de ver a quienes nunca hablaron otro idioma hablar lenguajes extranjeros? Estas personas no estaban hablando en lenguas de "ángeles" sino idiomas que otros podrían entender. 

El don de  hablar lenguas o idiomas fue necesario para poder predicar a las personas extranjeras. Como todavía no existía ni la Biblia tal como la conocemos, era necesario profetizar -Dios comunicaba así sus directivas- y hablar otros idiomas para facilitar la predicación. 

8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Asombro entre los presentes que no habían aceptado al Señor Jesús. ¿No son galileos los que allí hablan? ¿Cómo es que hablan en nuestro propio idioma? Se preguntaban unos con otros. Que dijeran "galileos" indica que la mayoría de los presentes eran oriundos del norte de Israel y que habrían bajado siguiendo las prédicas del Mesías o bien, parientes y amigos de los apóstoles. También era un modo de llamar a los seguidores de Cristo. 

9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Había entre los presentes, personas judías de nacimiento y prosélitos, es decir, conversos al judaísmo. Personas que habían llegado desde más de 1500 km de distancia en algunos casos como por ejemplo, los que provenían desde "más allá de Cirene" actual Libia y los Elamitas, actual Kurdistán iraní a igual Partos y Medos que provenían más allá de la Mesopotamia, actual Irak. Todas estas personas podían oír a los hermanos hablar en sus propios lenguajes y dialectos sin que nadie necesitara intérprete.

12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

Como no eran seguidores de Jesús, muchos de ellos se preguntaban que cosa era esta maravilla que presenciaban. Probablemente los judíos letrados no pudieron ignorar que esto venía de parte de Jehová. Los paganos de visita pensarían que "los dioses" estaban realizando alguna manifestación supranatural.

13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Siempre hubo escépticos. Nunca han dejado de existir. Se les nota desde lejos por su burla constante, la risita socarrona, el aire de superioridad, ese orgullo intelectual que les hace creer que "lo saben todo". Probablemente los ateos Sam Harris, Richard Dawkins y muchos más, como Stephen Hawking, de haber estado presente, habrían gritado: -¡Déjen de beber! Llama la atención que dijeran que parecían estar viendo borrachos. Supongo que, al hablar los hermanos en varios lenguajes, no todos los presentes podían entender tanta glosolalia sino solo los idiomas que conocían. De ahí que mucho de lo que dijeron los hermanos parecía provenir de una incoherencia propia de una borrachera a full.

Algo más sobre el Espíritu

Miramos en televisión todos los días, en programas cristianos la  experiencia donde un pastor  toca a una persona y ésta  cae al suelo y al preguntar que sucede, afirman que ha recibido el toque del Espíritu Santo, o vemos a alguien emocionado y testificando en nuestras iglesias y gritan los hermanos"el Espíritu lo ha tomado". Cuando oí esta frase por primera vez me quede perpleja. ¿Cómo puede tomar el Espíritu a alguien si este vive dentro del creyente ni bien este acepta a Cristo como Señor y Salvador? (Quiero evitar en este post, la polémica sobre si el Espíritu Santo bautiza o no. Será tema de otra ocasión ya que requiere de profundidad que aquí, por la brevedad, no puedo proveer).

Muchas veces he topado con gente que me pregunta: ¿Fuiste bautizada por el Espíritu Santo? Cuando les respondo que tengo al Espíritu desde el día que me convertí, me miran como si fuera "otra cosa", como que todavía "me falta algo" para ser cristiana completa. Ciertamente siempre se nos ha enseñado que somos bautizados "en el Espíritu o con el Espíritu" y no "por el Espíritu". Quiero recordarles a algunos hermanos que, entre los hijos de Dios, no hay habitantes del Reino de primera y de segunda categoría. Aunque yo no haya sido bautizada por el ESpíritu Santo si se que me he convertido y que acepté a Cristo como Salvador de mi vida. Por lo tanto, soy tan hija de Dios nacida de nuevo como cualquiera que haya hecho lo mismo.

Vemos muchísima gente que concurre a las iglesias solo para recibir experiencias emotivas y al recibirlas, gritar "así obra el Espirita" pero, no preguntan casi nada o bien, no le enseñan  mucho sobre el sustento teológico de esta creencia, ni tampoco  explican lo suficiente sobre vida y obra del Espíritu en las Escrituras;  creo que deberíamos mejorar esta actividad con más teología nacida de la sanas interpretaciones de la Biblia. No sugiero que se abandone la alabanza, solo pido que se eduque más y mejor al cristiano para que este pueda   saber más y mejor.

Para finalizar

Vamos a la Palabra de Dios. 1ª Corintios 3:16 dice: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 

Notemos la palabra “mora” es algo que permanece en nosotros de forma habitual, en si, una vez recibimos a Cristo como nuestro Salvador, somos bautizados con su Santo Espíritu y permanece con nosotros hasta que Cristo venga por nosotros, esto implica que nunca saldrá de nuestro cuerpo, permanece dentro nuestro. ¿Cómo es que te toma a cada rato? Caramba, ya no estamos en los días del Antiguo Testamento. El Espíritu Santo no entra y sale a cada momento de nosotros. Vive con nostros dentro nuestro. Sin embargo, cada tanto uno se topa con gente que grita "el Espíritu me ha tomado" cuando en realidad deberían decir: -¡Siento al Espíritu Santo dentro de mí!

El Espíritu Santo ingresa en el ser humano cuando este hace profesión de fe y acepta  a Cristo como Señor y Salvador.   El Espíritu Santo es una persona, alguien que fue enviado precisamente, para darte todo tipo de ayuda espiritual para vivir la vida que te resta de cristiano como Dios manda. 

En mi experiencia personal, recuerdo haberle dicho a la mujer: "El Espíritu Santo es mi guía, quien me da discernimiento entre el bien y el mal;  lo que es pecado, lo que va contra mi manual de vida; me alecciona y me convence para dejar  malos hábitos; me quitó de la conciencia el peso de la condenación al convencerme que Cristo al morir por mi en la Cruz me dio la oportunidad de tener una nueva vida empezando de cero; en mi vida anterior  estaba tan arraigado el pecado que lo daba por normal y vivía haciendo lo malo; el Espíritu además, cuida mi santidad y fomenta el deseo de querer conocer mas a Dios, de meditar en su palabra de día y de noche; me da la chance de entender su palabra, pues sin el Espíritu Santo difícilmente podríamos saber más de Dios. 

También me hace sentir un anhelo profundo de hablar de Dios a las demás personas; además me provoca emotividad que antes no sentía, me ha hecho sensible a la maldad al darme a  entender que  el sacrificio de amor que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz es de un valor que no podemos apreciar aún en su magnitud y como si todo esto fuera poco, me induce a la emotividad, a  llorar de felicidad cada vez que recibo bendiciones, como cuando pienso en la salvación, porque hemos sido salvos por su amor. Todo estos y mucho mas es la voz del  Espíritu Santo".

Confío en mi Señor que los que lean este breve artículo, sea para su edificación, así como yo un dia buscaba con hambre el saber que era El Espíritu Santo, es mi pequeño testimonio al respecto. Dios les bendiga en sobreabundancia y que la paz del Señor guarde siempre sus corazones y sus mentes. 


Un estudio sobre el Espíritu Santo
Para saber más, click AQUÍ

 Hodges, Charles
Teología Sistemática
El Espíritu Santo
Para acceder, click AQUÍ

Foto portada
Gentileza
Marc Pesaresi
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1. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34:22) que era una festividad agrícola. Era un día de regocijo y de acción de gracias (Ex 23:16), en que se ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Más tarde, esta celebración abarcó además, la conmemoración de la Alianza del Sinaí entre Dios y su pueblo, realizada unos cincuenta días después de la salida de Egipto.

No hay registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I con connotaciones cristianas. Evidentemente, los primeros hermanos aún no estaban lo suficientemente organizados como para establecer fechas de festividades, celebrando únicamente, la Santa Cena. Los judíos, como siempre lo hacían, continuaron celebrándola.

Las primeras referencias que tenemos de las celebraciones de Pentecostés entre los cristianos provienen de los escritos de  Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
En las Iglesias ortodoxas existe además la celebración de las Tres Divinas Personas o de la Santa Trinidad. Las Iglesias occidentales celebran para esta ocasión desde el siglo XIV su propia fiesta llamada Trinitatis (la fiesta de la Santísima Trinidad) una semana después del Pentecostés.

miércoles, 14 de octubre de 2015

EL ESPÍRITU SANTO



EN EL LIBRO DE LOS HECHOS

APUNTES



"Una antigua leyenda de los indios americanos relata de uno de ellos que bajó de las montañas y vio el océano por primera vez en su vida. Pasmado ante la escena, pidió una jarra de un litro. Se metió en el agua y al llenar la jarra, le preguntaron para qué lo hacía. "Arriba en las montañas", contestó, "la gente de mi pueblo jamás ha visto el Gran Lago. Les llevaré esta jarra llena de agua para que lo vean cómo es". Antes de morir el papa Juan (Juan XXIII), le preguntaron cuál de las doctrinas de la iglesia merecía mayor énfasis en el día de hoy. Contestó: "la doctrina del Espíritu Santo". Algunos años atrás, mi esposa y yo tuvimos el privilegio de pasar unos días de vacaciones en Suiza como invitados del doctor Karl Barth, el afamado teólogo suizo. Durante el curso de nuestras conversaciones le pregunté cuál sería el próximo énfasis en materia de teología. Respondió sin vacilar: "El Espíritu Santo". Tratar de escribir un libro sobre un tema tan vasto como el Espíritu Santo, es como querer capturar el océano en una jarra de un litro. El tema es en extremo infinito, y nuestras mentes son extremadamente finitas". 
Billy Graham 




Por

Marc Pesaresi

"En alguna medida, he vacilado antes de escribir este libro. Pero el haberlo escrito me ha abierto a un nuevo panorama respecto al ministerio del Espíritu Santo; también me ha permitido entender ciertos actos del Espíritu Santo en el mundo de nuestros días. Mi esperaza y oración es que este libro logre ser informativo y esclarecedor para muchos creyentes. También ruego que el libro contribuya a la unidad. El Espíritu Santo no vino a dividir a los cristianos sino que vino, entre otras razones, a unirnos".

Comparto lo que escribe Graham en la página 8 de su libro "El Espíritu Santo"; el tema intimida pero a la vez nos desafía a entender a la Tercera Persona de la Trinidad cuyo ministerio en la Tierra lo involucra día tras día con los creyentes.


Millones de evangélicos SÍ creen en el bautismo del Espíritu Santo

Algunos autores pentecostales y carismáticos (1) lo han definido como “una puerta de entrada a una dimensión espiritual más profunda, que libera los dones espirituales en la vida del creyente (…); que revela y exalta la persona del Señor Jesucristo (…); que expone el poder del mal de Satanás (…); y que arroja nueva luz sobre la Palabra de Dios”.

Existe convencimiento en el ámbito pentecostal y carismático, que el bautismo es una experiencia necesaria para lograr una mejor comunión con Dios; un hecho divino que al ocurrir, provoca diversas reacciones emotivas en los creyentes sinceros. Sin embargo, no todos los protestantes evangélicos aceptan el bautismo del Espíritu Santo.


Millones de evangélicos NO creen en el bautismo del Espíritu Santo

En las iglesias protestantes históricas o de teología ortodoxa (en conformidad con los principios de creencias o prácticas tradicionales) rara vez se menciona el bautismo del Espíritu Santo. No se duda en estos ámbitos de la llegada del Espíritu a los nuevos conversos pero sí se descree que llegue acompañado de glosolalia, risas santas, desmayos, etc. Para estas comunidades cristianas, el Espíritu Santo no bautiza pero si entra en el creyente al momento de aceptar a Cristo como Señor y Salvador transformando al cuerpo del converso en un templo. En estas comunidades la mitad de los dones carismáticos o están muy disminuídos o bien, derogados.

En las iglesias pentecostales y carismáticas, por el contrario, la experiencia del bautismo del Espíritu Santo existe y algunos de ellos se atreven a sugerir, que esta oportunidad de gozar de un intenso bienestar espiritual esta vedado a los no pentecostales. McArthur Jr., cita al carismático Howard Edwin, quien escribió: “el esfuerzo por interpretar las manifestaciones carismáticas del Espíritu Santo sin una experiencia carismática es tan fatuo (falto de razón, entendimiento, discernimiento, etc.) como la aplicación de la ética cristiana separada de una dinámica regeneradora. (…) El Espíritu Santo no revela secretos espirituales a los no comprometidos”. (2)

El bautismo del Espíritu 

Indagando en la historia de la iglesia, se observa que siempre hubo grupos de cristianos con características que podemos catalogar como de “pentecostal carismático”, cuyas prédicas enfatizaban en la obra del Espíritu. Pero, con el fin de evitar extender demasiado el escrito, remitiremos a las evidencias en las Escrituras obviando lo histórico.

Hechos 2: 1-21 

Narra un solemne evento cristiano donde se oficializó la iglesia de Nuestro Señor Jesucristo conforme a su promesa registrada en Hechos 1:5. En este pasaje se nos informa que Jesús, luego de resucitar y de haber visitado durante cuarenta días a los fieles para animarlos y darles instrucciones, estando a punto de ascender al cielo dijo: “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.

Observe el lector que Jesús divide la predicación del evangelio en tres grandes regiones: Judea con Jerusalén como capital, Samaria y el resto del mundo. Esta labor solo podía ser iniciada “cuando haya venido (…) el Espíritu Santo”. 


¿Cuándo vino el Espíritu Santo?

Ciertamente, el Espíritu Santo como Dios siempre estuvo presente desde antes de los albores de la humanidad. Sin embargo, al momento de inaugurarse el Nuevo Pacto entre Dios y los hombres; una época llamada Dispensación de la Gracia o tiempos finales- el Espíritu Santo viene para morar en cada creyente de modo permanente. En el Antiguo Testamento, el Espíritu llegaba por momentos. (Ver Sansón por ejemplo). En este contexto, el Espíritu llega a los hombres con señales inequívocas de su presencia  y permanencia.


Este gran evento ocurrió en Pentecostés. Estando todos los conversos reunidos en una casa y según narra Hechos 2:1-13, el Espíritu llegó e ingresó en los fieles con grandes señales. Desde ese momento, el requisito para recibir al Espíritu fue conforme a lo que informa Hechos 2:38: “Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese casa uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. ¿Y qué es el don del Espíritu Santo que promete Pedro? Don es regalo, dádiva; algo que Dios regala a alguien sin merecer tal cosa y tiene carácter de irrevocable. Por lo tanto, el don que hace referencia el apóstol es la llegada del Espíritu a morar en el creyente.

En Hechos 8: 4-25 se nos dice que Felipe comenzó su trabajo a favor de la causa de Cristo entre los Samaritanos realizando señales (exorcismos y sanidades). En el transcurso de su viaje tuvo que enfrentar a un mago poderoso llamado Simón, quién impresionaba a la población con el ejercicio de sus artes oscuras. Este mago, deseando ser como Felipe, se convirtió por conveniencia (3). Muchos samaritanos creyeron en Jesús gracias a la labor misionera de Felipe y se bautizaron en el nombre del Señor Jesucristo (versículo 12) pero ¡no recibieron al Espíritu Santo! 


¿Por qué?

Algunos interpretan que, siendo Pedro quien recibiera las llaves del Reino (Mateo 16:18,19; Marcos 8:27-30; Lucas 9:18-21) con “potestad de atar y desatar tanto en los cielos como en la Tierra, era quien debía –luego de Pentecostés- orar para que los nuevos conversos recibieran al Espíritu Santo como un tiempo atrás lo hicieran muchos en Jerusalén. 

Es por esta razón, infieren numerosos teólogos, al arribar Pedro junto a Juan a Samaria, impuso manos a los nuevos creyentes y estos por fin, recibieron al Espíritu. (Hechos 8:17). Hasta ese momento, dice la Escritura, solo habían sido “bautizados en el nombre de Jesús”. Sin embargo, un episodio en Cesárea difiere de lo que venía aconteciendo hasta ese momento.   



En casa de Cornelio   

Hechos 10 –todo el capítulo- nos habla del encuentro entre Pedro y Cornelio, un piadoso centurión que servía en una compañía llamada “la Italiana” con base en la ciudad portuaria de Cesárea. Cornelio  fue visitado por un ángel de Dios que le dio instrucciones para enviar a buscar a Pedro quien en esos momentos, posaba en la casa de un tal Simón curtidor en Jope a orillas del mar. Mientras el ángel visitaba al militar, el apóstol Pedro en Jope tuvo una extraña visión: observó un gran lienzo bajar del cielo en el cuál había una gran cantidad de animales impuros.

Según el relato, Pedro fue conminado por una voz desde el cielo a matar y comer la carne de aquellos animales a lo que desistió. Por tres veces recibió la orden de matar y comer y tres veces se negó. Finalmente, la voz le dijo “lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. En eso que Pedro pensaba que significaba la visión, llegaron los hombres de Cornelio. Entonces el Espíritu Santo le ordenó que fuera con ellos. Al día siguiente partieron los enviados de Cornelio, Pedro y algunos hermanos, iniciaron viaje hacia Cesárea.

Ya en casa de Cornelio, Pedro comenzó a testificar y mientras lo hacía, según el versículo 44, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y tal como sucedió con Jerusalén durante el Pentecostés, hablaron en lenguas y se mostraron gozosos. Tanta demostración del poder divino convenció a Pedro que los gentiles también habían sido llamados y ordenó bautizarlos en el nombre del Señor Jesucristo.Hasta aquí un interesante recuento de las actividades del Espíritu Santo en los comienzos de la iglesia cristiana en el siglo I d C.


El etiópe

En el libro de Hechos existe, no obstante, un episodio que muestra una conversión y bautismo sin ningún evento extraordinario. Cuando Felipe se encontró con el etiope, funcionario de la reina Candace (Hechos 8:26-40) y luego de predicarle, este dijera “creo que Jesucristo es el hijo de Dios” (v 37) fue bautizado en aguas,  no sucedió nada.  Por el contrario, lo maravilloso le ocurrió a Felipe quien, arrebatado por el Espíritu de repente se encontró en  Azoto. Este suceso fue repentino. La Escritura afirma que el etiope “no lo vio más” (4).

No existe similitud en las llegadas del Espíritu Santo en el desierto, Jerusalén y Cesárea. En algunos eventos hubo glosolalia y en otros no. Tal parece que el Espíritu obra según su parecer, de acuerdo a su voluntad.

Los discípulos de Asia Menor

Algunos comentaristas sugieren que, en el caso de los discípulos encontrados en Asia Menor, (Hechos 19) sí se requería una llegada espectacular de parte del Espíritu. Era una región dominada por las fuerzas de la oscuridad. El diablo había controlado el territorio por siglos y sus demonios estaban bien radicados en todas las áreas de la sociedad. Por lo tanto, se  necesitaba una potencia espiritual extra no solo para plantar las semillas del evangelio sino también para ayudar a los nuevos conversos. En este contexto proporcionado por una sociedad plagada de supersticiones y hechicerías, Pablo encontró  discípulos con bautismo de  Juan el Bautista.

Ahora, conviene preguntar: la ortodoxia protestante afirma que no existe el bautismo del Espíritu Santo sino en el Espíritu que es algo diferente. Si esto es así ¿qué de las manifestaciones extraordinarias del Espíritu? Pablo comprendió al verlos, que estaba frente a personas aptas para aceptar a Cristo como Señor y Salvador. El apóstol no demoró en testificar y como resultado, estos hombres aceptaron las buenas nuevas. Al recibir al Espíritu Santo inmediatamente después de convertirse, hablaron en lenguas y profetizaron. ¿Debe entenderse este evento como un pasaje que apoya el bautismo del Espíritu Santo según lo practican los hermanos pentecostales? Algunos creen que si y otro que no. 

Comentaristas no pentecostales interpretan que, el hablar en lenguas, debe entenderse en el caso de los discípulos de Asia Menor como señal no solo a los no creyentes sino también a las potencias diabólicas. La glosolalia fungía como edificación  personal y la profecía, como un modo de ayudar a los demás a interpretar la voluntad de Dios en tiempos donde la Biblia aún no tenía el Nuevo Testamento completo. En la actualidad, todo lo que quiere y pretende Dios de nosotros, está escrito en la segunda parte de la Biblia.

Objeción: Pedro ordenó bautizarse  pare recibir el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38).

Respuesta: Según la ortodoxia protestante, este mandato no significa una orden a los cristianos de bautizarse por segunda vez. Pedro se los demandó a los no conversos, por lo tanto el don del Espíritu que refiere es la llegada del Espíritu luego de la conversión y este arribo puede ser sereno o no, con manifestaciones sobrenaturales o no.

En resumen

El Espíritu es prometido a todos los conversos (Hechos 2:38), a quienes lo pidan (Lucas 11:13) y a quienes obedezcan a Dios (Hechos 5:32). Es un don (regalo) que se recibe por fe (Juan 7:39; Efesios 1:13). Antes de Pentecostés, había que esperar el descenso del Espíritu (Hechos 1:4) pero ahora no es necesario (Hechos 2:17,18). Los samaritanos, afectados por prácticas paganas, tuvieron que esperar que Pedro y Juan los ayudaran a recibir el Espíritu (Hechos 8:12; 15-17).

En cambio Cornelio  y sus amigos, por la fe que los movilizaba, recibieron el Espíritu sin necesidad de imposición de manos y de un bautismo previo con agua. En cuanto a los discípulos en Asia Menor, eran discípulos de Juan el Bautista no de Jesús. Por tal razón, una vez que aceptaron al Señor Jesús, recibieron el Espíritu con grandes maravillas. En la actualidad se abusa de las manifestaciones del Espíritu llegando incluso de parte de inescrupulosos, a exasperar personas  para que parezcan estar “en el Espíritu”.

La ortodoxia protestante interpreta que todas las manifestaciones sobrenaturales que se narran en el libro de los Hechos obedecen a los actos inaugurales de las predicaciones apostólicas y de evangelistas a los hebreos, samaritanos  y gentiles y como señales para los no creyentes de la definitiva llegada del Reino de los Cielos. Por último, la frase de Hechos 1:5 de Jesús que dice: “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” se refiere a lo que acontecería a los discípulos y esto sucedió en Pentecostés. 

Para los pentecostales, ningún don ha sido disminuido tampoco abrogado puesto que irrevocables son los dones del Señor. Por lo tanto, el bautismo del Espíritu Santo es una necesidad para alcanzar una mejor comunión con el Señor.
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(1) Kinnaman; Gary D.: Y estas señales seguirán; Editorial Clie; Barcelona; España; 1991; Capítulo 3; p.p. 39,44.-

(2) McArthur Jr.; Jhon F.: Los carismáticos. Una perspectiva doctrinal; Editorial Bíblico Dominicana; Santo Domingo; República Dominicana; 1984; p.19.-

(3) Según Hechos 8:13-22 Simón se “convirtió” para obtener el poder del Espíritu Santo a cualquier precio. Incluso, según el versículo 18, ofreció dinero para obtenerlo y realizar él mismo milagros.

(4) La conversión del etíope ocurrió antes de los sucesos de Cesárea. ¿Por qué no se considera este acto de fe como la primera conversión de un gentil? Porque el africano, dicen algunos comentaristas, era un prosélito judío y no un pagano. Está muy claro que era alguien relacionado con el antiguo culto de los hebreos ya que Hechos 8: 27 nos informa que el funcionario regresaba del Templo adónde había viajado a adorar leyendo las Escrituras. Sin duda su amor por Dios estaba fuera de toda duda. Solo imaginar el largo y peligroso viaje que debió realizar desde Etiopía hasta Jerusalén, habla claramente de la fe de este hombre.

Por este amor, Dios lo recompensó con vida eterna. Ahora bien, para que un pagano pudiera ingresar a la fe de los hebreos tenía que seguir una serie de requisitos entre ellos, ser circuncidado. (Éxodo 12:48,49; Levítico 24:22). Ahora bien: ¿cómo es que siendo eunuco fue aceptado como prosélito y se le permitió el acceso al Templo? La palabra eunuco quiere decir “castrado” y viene del hebreo “saris” que tiene un significado amplio. Por ejemplo, puede significar una persona con autoridad, un oficial de absoluta confianza de algún monarca, y esto se observa en Génesis 39:1 donde a Potifar, que no era un eunuco, se lo identifica como funcionario del faraón.

El etiope pudo ser un funcionario no castrado. Esta interpretación explica porque se le permitió el acceso al Templo. La Biblia dice que ningún hombre podría ser prosélito sin gozar de plena capacidad reproductiva. “No entrará a la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril” (Deuteronomio 23:1).

(5) Éfeso era una ciudad ubicada en Lidia, en la costa occidental de Asia Menor-actual Turquía-, cerca de la desembocadura del río Caistro. Por estar en una encrucijada de caminos su mayor atracción era el famoso Templo de la diosa Artemisa (Diana para los romanos), una deidad virgen asociada a la Luna y a la influencia que el satélite de la Tierra ejerce en los sentidos y emociones humanos. El templo, muy importante en la época, estaba construido sobre una plataforma de unos 73 metros de largo midiendo la estructura del tempo en sí, unos 50 metros de ancho por 105 de largo. Poseía una terraza de mármol de primera calidad y unas 100 columnas de 17 metros de alto. La obra había demandado mucho oro y madera de cedro y ciprés. A la diosa en Éfeso se la representaba con piernas parecidas a las bases de los sarcófagos egipcios y poseía muchos pechos símbolos de fertilidad.  Alrededor del santuario sobreabundaba el comercio religioso como la venta de orfebrería devocional, los servicios de hechiceros, astrólogos y cultos orgiásticos. Parece que el demonismo estaba muy extendido si tenemos en cuenta el episodio de los hijos de Esceva narrado en Hechos 19:13-17).

TIEMPO

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